Consejos para mantener un cerebro saludable

¿Podemos mantener un cerebro joven, saludable, incluso en la vejez?
⇓Algunas claves para lograrlo de forma eficaz⇓

 

El Día Mundial de la Salud del 2012 ha sido dedicado al “envejecimiento saludable” habiendo decidido utilizar el lema: “La salud añade vida a los años”. Por tanto, es evidente que el tema del envejecimiento saludable ha ganando interés en los últimos años debido a la alarmante transición demográfica que se está produciendo en nuestra sociedad. Como sabemos, la evolución de nuestro proceso vital se caracteriza por un continuo declive de las funciones orgánicas que se denomina envejecimiento.

La comunidad científica busca soluciones sobre el proceso de envejecimiento que nos permita un declinar lento, y de una manera sana, conservando funciones cerebrales optimas hasta una edad avanzada.

En el momento actual todo apunta a que sí podemos mantener un cerebro saludable, incluso en la vejez, ya que el envejecimiento cerebral en gran parte está en directa relación con nuestro estilo de vida y medio ambiente en el que vivimos, como veremos en el desarrollo de este tema.

Objetivos generales:

Valorar medidas para mantener un cerebro activo y saludable incluso en la vejez

Específicos:

Evaluar los beneficios de diversas estrategias de estilo de vida que pueden influir positivamente para mantener un cerebro activo y saludable:

 

La práctica de una dieta saludable

La práctica de una dieta adecuada, según las recomendaciones de la OMS, una dieta equilibrada en proteínas, grasas, azúcares, vitaminas y minerales, prolonga la vida sana evitando enfermedades presente en personas con sobrepeso u obesidad: síndrome metabólico, diabetes mellitus, hipercolesterolemia, hiperuricemia, hipertensión arterial, síndrome de apnea e hipopnea durante el sueño y muchas otras enfermedades cardiovasculares… Por tanto, una dieta saludable logra reducir el colesterol, el exceso de glucosa en sangre, y esto se traduce en un buen control de riesgos cardiovasculares, con los beneficios que ello significa, para el organismo en general y el cerebro en particular.

Además, la práctica de una dieta saludable, no sólo evita aquellos daños cardiovasculares conocidos, sino que al mismo tiempo estimula la puesta en marcha de múltiples mecanismos para activar la producción de factores tróficos, o de crecimiento nervioso, que aumentan la capacidad de reparación cerebral y evitan las agresiones que produce el exceso de radicales libres durante el envejecimiento. Por tanto, es evidente que una dieta sana aumenta las expectativas de tener un cerebro saludable, incluso en la vejez.

La práctica de ejercicio aeróbico de forma regular

El envejecimiento conlleva una disminución de la función cognitiva. Sin embargo, los beneficios de la práctica del ejercicio físico aeróbico moderado y de forma regular, como el caminar o correr todos los días, de media a una hora, son innumerables y pueden disminuir dicho efecto. El cerebro en particular, se beneficia del ejercicio físico aeróbico, ya que actua sobre los efectos antioxidantes que conlleva a reducir los radicales libres y su efecto nocivo en la mitocondria; se beneficia de la producción de factores tróficos, o factores de crecimiento nervioso, y aumenta la capacidad de reparación cerebral; participa como antídoto del estrés crónico que tanto daño hace al organismo en general y cerebro en particular; mantiene los vasos sanguíneos cerebrales sanos, aumentando una oxigenación cerebral adecuada que estimula funciones mentales de diversas áreas cerebrales, experimentando incluso un aumento del número de neuronas de diversas áreas, como el hipocampo, lo que repercute en procesos de memoria y aprendizaje.

Además, tiene gran influencia en el control de riesgos cardiovasculares como el exceso de glucosa en sangre, la presión arterial y niveles de colesterol. Por tanto, es evidente que la práctica de ejercicio aeróbico moderado, y de forma regular, también aumenta las expectativas de tener un cerebro saludable incluso en la vejez.

La práctica de ejercicio mental de forma regular

Los beneficios de la práctica de ejercicio mental, de forma regular, nos ayuda a mantener un cerebro saludable incluso en la vejez. Es evidente que el envejecimiento acarrea un deterioro cognitivo, pero también es evidente que dicho deterioro puede disminuir. Para esto, tenemos que mantener nuestro cerebro con un nivel de trabajo activo, realizando una serie de actividades que refuercen dicha actividad. Leer libros y analizarlos; escribir y reflexionar sobre lo escrito; escuchar música y disfrutarla; ir al cine o al teatro y hacer crítica; aprender habilidades nuevas, como aprender a tocar un instrumento musical, aprender jardinería, carpintería o incluso aprender un nuevo idioma.

Todo esto realizado de forma periódica ayuda a retrasar la aparición de deterioro cognitivo. La práctica de todas estas actividades potencia ciertas áreas del cerebro y las fortalece a través de la producción de factores de crecimiento nervioso. Por el contrario, el sedentarismo conlleva diversas alteraciones como el sobrepeso, la obesidad, alteraciones metabólicas y secundariamente enfermedades como la diabetes mellitus, hipertensión arterial, apnea e hipopnea durante el sueño que producen alteraciones cerebrovasculares que dañan áreas estratégicas del cerebro como el hipocampo que son especialmente vulnerable a diversos efectos neurotóxicos.

Control adecuado del estrés crónico

Un estímulo externo, prolongado en tiempo, de sobrecarga que se perciba como una amenaza resultará estresante y producirá cambios significativos en las respuestas psicológicas, fisiológicas y conductuales que pueden producir serias repercusiones negativas, tanto en aspectos emocionales, neurovegetativas, cardiovasculares y endocrinas (liberación constante y prolongada de glucocorticoides). Estas alteraciones, de forma prolongada, producen enfermedades relacionadas con la obesidad, la diabetes, hipertensión arterial y otras alteraciones cardiovasculares llegando a producir además alteraciones con los patrones del sueño. Por tanto, el estrés crónico provoca respuestas no fisiológicas que son dañinas para el organismo de forma global, y el cerebro en particular, y que repercuten comprometiendo su función global y afectando principalmente áreas relacionadas con procesos de memoria como él hipocampo.

En consecuencia, el estrés crónico produce efectos deletéreos sobre el cerebro que debemos de contrarrestar recurriendo a estrategias de afrontamiento de forma correcta. La estrategia más efectiva, al día de hoy, es la práctica del ejercicio físico aeróbico de forma regular. Por tanto, la práctica de ejercicio aeróbico periódico que se inicie a una edad temprana, se practique en la edad adulta y durante la vejez, son altamente efectivos para contrarrestar los efectos nocivos del estrés crónico, y aumenta las expectativas de tener un cerebro saludable incluso en la vejez.

Es evidente que la preocupación por el envejecimiento de la población, a nivel mundial, es cada vez más alarmante, ya que de acuerdo con las previsiones demográficas se espera que la proporción de individuos mayores de 65 años aumente de forma importante en los próximos años. Este hecho supone un reto a afrontar en las sociedades occidentales. Desde el área de la salud, debemos ser capaces de transmitir a la población en general, que es posible envejecer de forma saludable, y que se puede conseguir un descenso lento, lúcido con capacidad para depender de uno mismo .

Y ahora la pregunta del millón: ¿De qué depende que podamos vivir con un cerebro joven y saludable incluso en la vejez?

Esta pregunta que parece complicada, tiene respuesta fácil, que además ya conocemos: “Cambiar nuestro estilo de vida”, fácil de decir pero complicado llevar a cabo, ya que supone romper hábitos que se desarrollan en nuestro entorno social.

Conclusiones:

El tema de envejecimiento saludable ha ganado interés en los últimos años debido a la alarmante transición demográfica que se está produciendo en nuestra sociedad. En el momento actual, se buscan soluciones sobre el proceso del envejecimiento saludable, y todo apunta a que sí podemos mantener un cerebro saludable, incluso en la vejez, ya que el envejecimiento cerebral en gran parte está en directa relación con nuestro estilo de vida y medio ambiente en el que vivimos.

Al respecto existen muchos trabajos científicos que avalan que la práctica de una dieta saludable, el ejercicio físico aeróbico y mental de forma regular, así como el control adecuado del estrés crónico nos permitirá mantener un cerebro saludable incluso en la vejez. Además, no debemos de olvidar otros cuidados como el dormir de forma adecuada, evitar hábitos tóxicos como el fumar o la ingesta de alcohol inadecuada… De esta manera, todo se resume en que debemos de “cambiar nuestro estilo de vida”. Sin embargo, la idea en si no vale nada y “su ejecución lo es todo”. Cambiar el estilo de vida es fácil de decir, pero complicado llevar a cabo ya que supone romper hábitos que son substanciales y se desarrollan en nuestro entorno social como parte de nuestra vida.

Ya tienes las claves, ahora depende de ti llevarlas a cabo...
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